Vas rompiendo
tan reviejos dichos y refranes.
Y tanto más las fantasías
tan ingenuas
de lo que sería esta vieja vida.
Me faltan palabras,
(las que me apalabren)
y tampoco hay imágenes en su lugar.
Cuero en sombra
que sin teñir nada
avalanza su flecha en el decir
y no dice más que todo aquello
sobre el dolor
sobre el sueño
y la mirada.
Y ahora buscás
atiborrada de ausencias
la caricia perfeca:
la que no existe.
Y seguís muriendo
un poquito,
cada vez menos.
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