30.10.09

Quiroga

Decálogo del perfecto cuentista.


1) Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
2) Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
3) Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
4) Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
5) No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
6) Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba el viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
7) No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8) Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
9) No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
10) No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

26.10.09

Real

Creo entender que real se puede llamar a aquellas cosas que la mente no debería procesar para poder suceder, para existir, para ser.
Bastaría con sentir?

Si es así, nunca estuve más sola.

Espero equivocarme.

14.10.09

Subte (subite)

Carcajadas enormes y la soltura entrañable de poder decir lo que me pasa, en un mediodía de lluvia, plaza Housay y cuatro personas; cuatro perdidos en la jungla de los otros, que sin saberlo son los mismos repetidos, habitantes de otros mundos cada vez.
Después, la introspección más densa: el hilo en el marco y la impotencia de no animarme a sacarlo de su asombro, al verme él tan igual a mí, al pensar si seré yo aquel espejo del que hablan los que anhelan el reflejo de su ego y no encuentran otro que el de su propia finitud.
mentira al final que voy perdiendo. Sólo hace falta mirar menos, mirar mejor.