15.9.06

A Lis

Llega enroscándose
en cada mano una uña
y en cada pie una pestaña.
Pasea indiscreta, tranquila;
parece una duda a punto de confirmarse.
Se avalanza sobre el deseo.
Sin riesgo, dispone cada muerte,
cada abrazo, cada nervio.
No necesita revelarse:
ni a las reglas, ni al amor, ni a nada de eso.
Instala nuevos regimenes
democráticos y dictadores,
para cada beso.
Hermosa tinta que tiñe lo blanco,
lo amarillo y lo azul,
sin ganas de colorear.

Ad ver tencia

Y cuando el fervor
clame a gritos las gotas,
ya no estará el pálido suelo que cubre
sin semillas
el polvo que pisa tu lengua.

Entonces lamentrás no haber nacido
ni tener en tus llemas el gesto,
ese bufón mentiroso que pende de tus orejas.
Y si llegaran en barcos
como gigantes peldaños,
para arrastrarte hacia la nota más alta,
más áspera, más cruda,
no podrás mas que mirar,
sólo de reojo,
el corto horizonte de tus párpados
ya ni húmedo, ya ni tibio,
ni nada.
Ni nada.