19.9.08

Un café.

Camino, el entrecejo pegado en las baldosas otra vez...
Pienso, las manos apretan las palmas húmedas, frías...
Hoy conoci a un hombre con los ojos mas celestes que haya visto en mi vida, cada venita del ojo tan roja tan roja como los tomates perita. Tenía agua en los lagrimales y ganas de tomar un cafe. Las manos no tan viejas como otras que haya visto, pero basante mas viejas que las mias. No hizo caso a todas mis preguntas, y menos a mis sugerencias, sólo quería un café. Y de la ternura de sus manos me brotaron unas ganas terribles de golpearlo, de lastimar sus manos llenas de historias que no voy a saber, llenas de soledad, y de seguridad de sólo un cafe....por qué tanta certeza... envidia me dió.
Hy no me correspondía, pero le preparé yo el cafecito chiquitito que tanto queria tomar, cargando palada y media en el pico, y apisonando fuerte sobre el borde de la mesada. Dejé pasar la primer bajada de café junto con mi mirada de reojo: miraba la mesa, esbozando una leve sonrisa. Puse dos galletitas en su bandeja y con un permiso lo deje entre sus dos manos apoyadas a cada lado de la mesa, casi en el borde. No dijo gracias, ni nada, solo levantó la cabeza para mostrarme su celeste mas celeste todavía, donde no pude encontrar más que un pobre café. Eso me calmó. No quise saber mas.
En la mesa quedaron la bandeja, las dos galletitas y el vaso lleno de agua...

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